El padre de todos los metrónomos

En la ciudad de Praga podemos encontrar el que probablemente sea el padre de todos los metrónomos. Con un tamaño monumental y desde luego poco apto para el uso doméstico va marcando un ‘tempo’ constante al igual que sus hermanos pequeños.
 

 


En este otro vídeo podéis ver algunos detalles de este gigante.

 

El metrónomo es una herramienta utilizada por todos los músicos y estudiantes de música y también odiada por muchos de estos últimos. Se utiliza para indicar de manera exacta el tempo (la velocidad) a la que debe interpretarse una pieza. En el caso de los estudiantes les ayuda a mantener dicha velocidad constante a lo largo de toda la interpretación ya que es normal al principio acelerarse o frenarse inconscientemente al no tener ninguna referencia. El metrónomo proporciona esa referencia con su sonido constante y monótono que desespera a más de uno. El premio que se consigue gracias a él es entrenar el propio metrónomo interno para que funcione de modo preciso y exacto. Cuando eso se consigue el metrónomo ya deja de ser indispensable y se puede guardar es un estante de la casa.
Sin embargo el metrónomo no tiene únicamente esta función pedagógica. Como se ha comentado también se utiliza para indicar la velocidad exacta a la que se debe tocar una pieza.
Tradicionalmente al principio de las partituras encontramos anotaciones del tipo ‘lento’, ‘allegro’, ‘presto’ que indican al intérprete si la pieza se debe tocar muy lenta, rápida, muy rápida, etc. Evidentemente este método por un lado es poco preciso y por otro es muy relativo ya que el concepto ‘rápido’ es subjetivo y varía de una persona a otra.

metrónomo

metrónomo

Por este motivo durante muchos años se intentó crear algún tipo de ingenio capaz de marcar el tempo de manera precisa. La primera pista para lograrlo fue la aparición de los relojes de péndulo. Un reloj en realidad es un metrónomo que marca 60 pulsaciones por minuto. Si se pudiera variar en número de pulsaciones por minuto de un reloj habríamos creado un metrónomo. El problema para realizar esto era que para conseguir pulsaciones lentas había que alargar más y más la longitud del péndulo hasta el punto de que la cosa dejaba de ser práctica.
No fue hasta el año 1812 que un holandés llamado Dietrik Nikolaus Winkel tuvo la idea de poner un peso en el extremo superior del péndulo. De este modo se podían conseguir pulsaciones lentas incluso con un péndulo de dimensiones reducidas. Si miráis la foto del metrónomo transparente creo que lo entenderéis más fácilmente. En el extremo inferior del péndulo hay el peso que queda escondido dentro de la caja, mientras que en la parte superior se encuentra el contrapeso que se puede mover a lo largo del mismo.

 

Para variar la velocidad del metrónomo tan solo hay que mover el contrapeso superior. Cuanto más arriba más lento, cuanto más abajo más rápido. En el siguiente vídeo lo veréis muy claramente.

 

VINTAGE GERMAN MUSICAL INSTRUMENT TONOMETER PYRAMID METRONOME

 

Sin embargo, para desgracia de Winkel su invención fue a caer en manos de un alemán llamado Johann Nepomuk Mazel quien le hizo algunos ‘retoques’ (básicamente le añadió la escala graduada que marca los diferentes tempos a los que puede funcionar el metrónomo), lo patentó y empezó a venderlo.

Autómata 'El turco'

Autómata 'El turco'

De modo que durante muchos años se ha considerado a Mazel el inventor del metrónomo gracias a esta jugada ‘poco elegante’.
Lo cierto es que actualmente se sabe que Mazel no actuó muy honradamente en más de una ocasión. Fue propietario por ejemplo de un autómata muy célebre en su época llamado ‘El turco’ y que supuestamente era capaz de jugar al ajedrez, aunque en realidad era una persona escondida en su interior quien jugaba la partida y accionaba el autómata.
Mazel no inventó el autómata, lo adquirió al morir su creador, un tal Wolfgang von Kempelen. Por lo visto Mazel a veces suplía su falta de inspiración con otro tipo de ingenio.
También es cierto que Mazel inventó algunas cosas sin ayuda de nadie, como por ejemplo el panarmónico: una especie de ‘hombre orquesta’ mecánico que conseguía tocar a la vez 42 instrumentos. Curiosamente Winkel, tal vez para vengarse de Mazel le copió la idea y creó el ‘componium’, aunque ni uno ni otro llegaron a nada con el invento.
Otro ejemplo son los audífonos que construyó para Beethoven con el fin de ayudar al compositor a combatir sus problemas de sordera.
Precisamente Beethoven fue uno de los primeros grandes compositores en empezar a anotar las pulsaciones en sus composiciones en vez del tradicional ‘lento’, ‘presto’, etc.

anotación de tempo

Ejemplo de anotación de tempo tradicional y con pulsaciones

Beethoven recibió el nuevo aparato con entusiasmo ya que le permitía indicar de manera exacta la velocidad a la que se debían tocar sus obras, aspecto que para alguien tan meticuloso y detallista en estos temas era de una importancia extrema. El problema es que Beethoven también era muy desordenado y sus partituras a veces resultaban caóticas por lo que a veces los tempos impresos en las partituras resultaban no ser correctos y había que volver a imprimir con las correcciones pertinentes.
Del mismo modo que Beethoven se entusiasmó con el metrónomo otros compositores como Brahms o Wagner se mostraron en contra de su uso argumentando que provocaba una interpretación demasiado ‘rígida’ y poco natural.
Sea como sea el metrónomo se ha seguido usando desde entonces hasta ahora. Hoy en día los metrónomos mecánicos como los que habéis visto hoy ya han pasado a la historia pues actualmente se utilizan mayoritariamente los digitales, los cuales son aun más pequeños y versátiles que sus primos mecánicos. De todos modos, ya sea ‘tic tac’ o ‘bip bip’ el sonido constante e insistente del metrónomo seguirá machacando la cabeza de los estudiantes de música durante muchos años.

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Una respuesta a El padre de todos los metrónomos

  1. florianf dijo:

    que pasada de metrónomo!!! pero solo podrá ir lento no?

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