Otra melodía conocida que más de una vez habremos tarareado o acompañado con el pie y que aparte de eso poco más sabemos.
En este caso se trata de una pieza titulada Csárdás, aunque en realidad csárdás es el nombre que recibe un baile popular húngaro. De modo que hay infinidad de csárdás. Sin duda este es el más famoso de todos.
Y curiosamente su autor no era húngaro. Se llamaba Vittorio Monti y con ese nombre queda bastante claro que era italiano.
Nació en Nápoles en 1868. Fue ahí donde aprendió a tocar el violín y estudió composición. Más tarde, con el cambio de siglo se marchó a París donde trabajó como director de la orquesta Lamoreux, que era y sigue siendo una de las más antiguas de Francia.
Allí compuso algunas operetas, ballets y la obra que hoy nos ocupa. Así mismo dedicó parte de su tiempo a otro instrumento: la mandolina. Por esa razón además de la versión para violín y piano escribió una versión para mandolina.
Su relación con la mandolina no acabó ahí pues llegó a escribir un método para aprender a tocarla.
Tibor Szabó interpreta Csárdás con su mandolina
Que un compositor italiano sienta interés por un baile popular húngaro puede resultar un poco chocante. El caso es que otros compositores han sentido la misma atracción por la música popular húngara. Puede que los casos más conocidos sean las danzas húngaras de Brahms y las rapsodias húngaras de Liszt.
Sea cual sea la fuente de inspiración, qué suerte poder disfrutar de todas estas obras.
Yehudi Menuhin interpreta la Danza húngara No. 5 de Brahms
Valentina Lisitsa interpreta la Rapsodia húngara No. 2 de Liszt