Quien haya oído hablar alguna vez de Hans Faber que levante la mano… ¿no?
Si alguien ha oído hablar alguna vez de su padre, Arthur Faber que levante la mano… ¿no?
¿Y de Bertha Porubszky, la madre de Hans?… ¿no?
Bien, ahora ya podéis levantar todos la mano porque esta canción seguro que la habéis oído.
Es una canción tan popular que parece una canción popular. Pero no lo es. Se trata de una pieza compuesta por Johannes Brahms, concretamente es su Opus 49, num. 4, aunque es más conocida con el nombre de Wiegenlied (canción de cuna).
Brahms era este señor regordete y con barba que veis en la foto. Nadie diría que con este aspecto se pueden hacer melodías tan tiernas, pero eso nos pasa por juzgar a las personas por su aspecto.
El caso es que hay una pequeña historia tras esta breve y preciosa composición. Cuando os la explique sabréis finalmente quien es este misterioso Hans.
Brahms nació en el año 1833 en Hamburgo, donde pasó su infancia y parte de su juventud.
Durante aproximadamente un año Brahms se hizo cargo de la dirección de un coro en la citada ciudad. En este coro había una muchacha llamada Bertha Porubszky. Johannes y Bertha pronto formaron una bonita amistad, que de hecho al menos por parte de él era algo más que una simple amistad.
Pero parece que la chica ya estaba comprometida y finalmente se casó con un industrial llamado Arthur Faber.
Cuando nuestro protagonista se enteró de la noticia ya se encontraba en Viena, la capital mundial de la música en aquellos tiempos. No sabemos si tuvo un gran desengaño o no, pero parece que se sobrepuso a la noticia. La prueba es que cuando Bertha dio a luz al pequeño Hans (su segundo hijo), Brahms tuvo la bonita idea de dedicarle una canción que hoy en día es una de las más populares y conocidas del mundo.
Alrededor del año 1867 Brahms compuso una serie de cinco canciones para voz y piano que quedarían catalogadas como Opus 49: Am Sonntag Morgen, An eet Veilchen, Sehnsucht, Wiegenlied, Abenddämmerung. La cuarta canción es la que compuso pensando en Bertha y su hijo recién nacido y que está dedicada tanto al hijo como a la madre. Efectivamente Brahms escribió una carta al marido de Bertha donde daba a entender que la canción tenía una segunda intención.
La señora Bertha comprenderá que la he escrito para su hijo. Pero encontrará interesante el hecho que si bien se la cantará al pequeño Hans, recibirá ella misma una canción de amor…
La canción de cuna, entre otras cosas, es apta tanto para niños como para niñas: ¡No tendrá pues que afanarse en encargarme una nueva!
La pieza se estrenó en Viena el 22 de Diciembre de 1869 y fue interpretada por Clara Schumann. Tanto él como ella eran muy amigos del joven Brahms, pero de esto mejor hablamos otro día. El caso es que Clara era una buena pianista y también compositora, mientras que la Dustmann era una célebre soprano de aquella época. De manera que contando con unas personalidades de este calibre para la premiere os dará una idea de que se trató de un estreno por todo lo alto.
La canción tiene dos estrofas con distintos orígenes: Brahms encontró la primera en una colección de poemas populares llamado Des Knaben Wunderborn. La segunda estrofa por otra parte procede de Deutsche Volkslieder de Georg Sherer.
Aquí tenéis la letra original de la canción
Guten Abend, gute Nacht,
mit Rosen bedacht,
mit Näglein besteckt,
schlupf′ unter die Deck!
Morgen früh, wenns Gott will,
wirst du wieder geweckt.
Guten Abend, gute Nacht,
von Englein bewacht,
die zeigen im Traum
dir Christkindleins Baum.
Schlaf nun selig und süß,
schau im Traum ′s Paradies.
Y aquí la traducción al castellano.
Santa noche de paz,
entre sueños de rosas
duerme mi niño, duerme mi amor
bajo tibio cobertor
si Dios quiere,
mañana otra vez despertarás.
¡Santa noche de paz
que los ángeles guardan,
mostrando en sueños el árbol de Navidad!
Duerme, duerme feliz,
duerme, duerme tranquilo
y en tus sueños verás el Paraíso.
No hace falta decir que la canción se convirtió inmediatamente en un éxito y este motivo se fueron multiplicando día a día todo tipo de arreglos y adaptaciones para diferentes instrumentos para fastidio del compositor y felicidad de su editor y amigo Fritz Simrock.
Ya se sabe que los editores nunca se conforman y en cierta ocasión Simrock comentó medio en broma que ojalá el bueno de Brahms se animase a componer una canción en tono menor para los niños malo.
Está claro que la clavó con la que hizo para los niños buenos.