Llegó la hora de contar la segunda y sorprendente historia que cuenta con Mijaíl Goldstein como único e indiscutible protagonista. En este caso no tiene nada que ver con la guerra ni con la música de violín. Goldstein hizo pública una noticia que conmocionó durante años los círculos musicales y académicos de la URSS pero que a su vez le obligó a marchar del país. Seguramente muchas veces se arrepintió de haber hecho todo aquello.
Mijaíl Goldstein nació el 8 de Noviembre de 1917 en Odessa, una ciudad de la entonces Unión Soviética y actualmente una de las más importantes de Ucrania.
Desde muy pequeño se sumergió en el mundo de la música y empezó a estudiar violín. Parece ser que tenía talento para tal instrumento pero años después sufrió una lesión en una mano que le impidió continuar su carrera como instrumentista.
Sin embargo no por ello dejó de lado la música ya que se dedicó a componer obras propias, a impartir clases de música y a ejercer como musicólogo. Esta última actividad será la protagonista de esta historia.
En el año 1948, durante una de sus investigaciones musicales Goldstein acudió al conservatorio de música de Odessa para consultar sus archivos. Buscando entre los centenares o quizás miles de documentos que ahí se conservaban Goldstein hizo un descubrimiento extraordinario. Encontró la partitura ni más ni menos que de una sinfonía compuesta en 1809 por Ovsyaniko-Kulinosky.
La verdad es que dicho así sin más no parece un bombazo. Como ocurre a menudo hay que contextualizar un poco.
Si tenemos en cuenta que en el año 1809 murió Haydn, el considerado padre de la sinfonía y que un año antes, en 1808 Beethoven compuso su quinta sinfonía las cosas ya empiezan a tomar otro cariz.
Esa sinfonía era la prueba de que a primeros del siglo XIX en la Rusia Imperial ya se componían sinfonías. De algún modo era como si de repente los músicos rusos fueran tan pioneros en la composición de sinfonías como por ejemplo los alemanes.
Hacía tiempo que se sospechaba que efectivamente el interés por las sinfonías había llegado a Rusia mucho antes que Txaikovsky pero hasta entonces no se había encontrado ninguna prueba de ello.
El hallazgo por tanto fue magníficamente recibido por el mundo académico y musical del país. El gobierno soviético, tan propenso a magnificar y glorificar todo aquello que potencie el patriotismo y el sentimiento de superioridad frente a otros pueblos tampoco dejó escapar la oportunidad de difundir a los cuatro vientos el descubrimiento de esta obra musical, que fue bautizada como Sinfonía nº 21 en Sol menor.
¿Pero quien era este tal Kulinovsky? Pues no se sabe gran cosa de él. Parece ser que era un rico terrateniente Ucraniano nacido en 1768 y muy amante de la música. Compuso la sinfonía en 1809 y la dedicó al teatro de Odessa. También creó su propia orquesta, la cual hizo su presentación en el citado teatro un año más tarde, en 1810.
Un año después de su descubrimiento se interpretó en público por primera vez. En 1951 se publicó la primera edición impresa y más tarde se grabó para poderla comercializar en discos de vinilo.
Todo era fantástico y maravilloso hasta que Goldstein volvió a aparecer en escena para fastidiarlo todo. El accidental descubridor de la sinfonía confesó que todo había sido un engaño y que en realidad él mismo era el autor de la sinfonía. Ovsyaniko-Kulinosky jamás compuso ninguna sinfonía en 1809 ni nunca.
Tiempo atrás un critico musical le atacó vehementemente afirmando que Goldstein no era capaz de entender la música ucraniana por el simple hecho de que él era judío. Ofendido por tal comentario Goldstein maquinó toda esta farsa para demostrar a todo el mundo que su música era tan ucraniana como la de cualquier otro hijo de la patria. ¿Y qué mejor manera que componer una pieza y hacerla pasar por la obra de un personaje relevante de la historia del país? Goldstein se puso manos a la obra y cuando terminó el trabajo tan solo tuvo que presentarse en el conservatorio con la partitura y esconderla sutilmente en cualquier rincón del archivo. Luego, pasado un tiempo prudencial volvió a visitar de nuevo el archivo para descubrir la partitura.
En esta ocasión las altas esferas silenciaron el escándalo todo lo posible y oficialmente se actuó como si nada hubiera pasado y todo fuera un absurdo rumor. No fue hasta unos cuantos años más tarde que se empezó a hablar abiertamente del caso.
Pero el daño ya estaba hecho y la confusión había adquirido una dimensión espectacular. Algunos estudiosos y especialistas analizaron esta vez sí concienzudamente la obra para dilucidar la verdad y llegaron a afirmar que efectivamente Ovsyaniko-Kulinosky no era el autor pero que Goldstein tampoco era quien la había compuesto.
Visto lo visto Goldstein tuvo que marchar del país y se fue a vivir a Alemania, concretamente Hamburgo donde murió el 7 de Agosto de 1989.
Aun hoy la controversia no se ha resuelto satisfactoriamente.
¿Dónde puedo escuchar dicha sinfonía?
La eh buscado en la red y no la encuentro. Por favor me podrían facilitar un link o el archivo mismo para escucharlo.
Gracias.
Hola Hemis, gracias por tu comentario. Lo cierto es que tampoco he sido capaz de encontrar esa sinfonía misteriosa. Supongo que al tratarse de un engaño al final la pieza ha caído en el olvido.