Por una que me sabía… (Cap. 1)

El hombre cambió su expresión de aburrimiento por otra de fastidio en el momento que escuchó un sonido frente a él. No es nada habitual que aparezca el típico genio loco al registro de patentes un miércoles por la tarde. Normalmente lo hacen los lunes a primera hora y con cara de no haber dormido en todo el fin de semana.

 

 

Levantó la vista y vio una muchachita de unos catorce o quince años que se acercaba a él con paso despreocupado. Tuvo tiempo de fijarse en su ropa e incluso en su corte de pelo: una chica normal como tantas que se ven por las calles a la hora de salir del cole. ¿Aun lo llamarán cole? (se preguntó).
Tan pronto como la chica llegó hasta el mostrador le soltó un discurso:
«Hola: Vamos a hacer una actuación en el cole porque es la semana cultural y unas amigas y yo queremos hacer un número musical pero la profe nos ha dicho que no quiere líos y que nos aseguremos que la canción que hemos elegido es de dominio público que no se lo que es pero me ha tocado a mi venir aquí para enterarme encima que yo quería otra canción porque esta es un palo y a mi me raya hasta el infinito.
La muchacha se quedó esperando una respuesta del funcionario convencida de que se había explicado perfectamente mientras el pobre hombre, tras la avalancha verbal que le había caído encima estaba tratando de procesar toda la información. ‘Bien, como era de suponer no ha inventado la fusión fría, todavía lo llaman cole y ya entiendo porque nunca ponen comas cuando escriben’, pensó para sí mismo.
– A ver guapa, este es el mostrador del registro de patentes. Para lo que tú estás buscando tienes que subir a la quinta planta, que es donde está el registro de la propiedad.
– Pero si yo no quiero comprar nada que yo lo que quiero es que me digan si la canción que han escogido esas petardas se puede cantar o no.
– Claro, por eso tienes que ir a la quinta planta. Ahí les dices el nombre de la canción y el autor y ellos te dirán si la canción está en el dominio público o tiene derechos de autor.
– Mire que yo la canción que busco es esa de new york new york que no se quien la canta pero me da que es un pavo que le mola a mi yaya así que será un retablo de tío.
– Ese pavo como tú lo llamas es Frank Sinatra y hace unos años que murió.
– Sinatra?  Guay no? Si ha palmado seguro que podemos hacer el número con la canción.
– Esto te lo dirán arriba en la quinta planta.
– Pero si usted controla un mazo y seguro que me lo puede decir y así me ahorro de subir y hacer cola. Porfi porfi porfi.

 

Frank Sinatra .New York New York

Estaba a punto de mandarla a paseo cuando se dio cuenta que explicarle cómo llegar al mostrador del registro en la quinta planta sería toda una epopeya. Puede que le resultara más fácil buscar la información y quitársela de encima. Tras un instante de duda decidió hacer lo segundo.

– Creo que puedo mirarlo desde aquí. Tengo el acceso restringido a los datos más básicos pero supongo que para lo que necesitas bastará.
– Muchas gracias oiga ya decía yo que no es de esos que van con el rollo de la ventanilla de al lado.
– De nada. Me has dicho que la canción que buscas es ‘New York New York’ de Frank Sinatra?
– Esa misma
– Vale, pues vamos a buscarla en la base de datos…

El hombre empezó a teclear y al cabo de unos segundos tenía una lista de títulos de Frank Sinatra. Era una lista tremenda. ‘La de canciones que ha llegado a cantar este tío’ pensó para sí mismo.
Finalmente encontró la canción que buscaba y tal como sospechaba la canción no era de domino público.

– Estás de mala suerte: está canción tiene derechos de autor hasta el año 2068 y supongo que tú y tus amigas no podéis esperar tanto tiempo.
– 2068? Wuala! Pero si eso es un puñao de años. Está seguro? Pero si me ha dicho que el colega ya se murió.
– En algunos casos los derechos de autor se mantienen hasta 70 años después de la muerte del autor, que pasan a cobrar sus herederos. De modo que si Frank Sinatra murió en 1998 sus canciones no serán de dominio público hasta el 2068.
– Eso está mal porque fijo que se murió mucho antes porque a mi este tío no me suena de nada. Podría comprobarlo otra vez? Seguro que está mal apuntado.
– Ya te digo yo que los datos están bien pero si quieres para asegurarnos puedo buscar las canciones que quedan liberadas el 2068 a ver si aparece esta canción. Te parece?
– Ok dele caña.

Volvió a acceder a los datos del ordenador y con unas cuantas consultas fue acotando la búsqueda. Finalmente obtuvo una lista de canciones que pasarían a ser de dominio público en el año 2068. Empezó a releer la lista… Abandonada… Adagio… Aire… Amor.. Baila…  lógicamente estaba en orden alfabético. Avanzó rápidamente buscando la N, luego Ne y finalmente encontró new york new york. Ahí estaba: 2068.

– Aquí está: no hay duda. Lo siento guapa pero puede que tengáis que hacer un número diferente.
– Vaya tela el Sinatra de los cáncamos pues por mi de coña porque ya les dije a las compis que no molaba nada. Bueno señor pues muchas gracias por la ayuda y adiós.

La chica dio media vuelta y salió como una exhalación. El hombre apenas tuvo tiempo de devolverle el saludo que sin duda ella no llegó a oír porque ya estaba absorta tecleando frenéticamente su teléfono móvil.
Luego volvió su vista de nuevo al teclado para pulsar la tecla de cancelar y cerrar la consulta. La pantalla con la lista de canciones permaneció visible un instante más y entonces, de entre todos los títulos le pareció distinguir ‘Adagio de Albinoni’, pero eso era imposible. Este hombre lleva siglos muerto… ¿o no?

continuará…

Esta entrada fue publicada en Relatos y etiquetada , , , . Guarda el enlace permanente.