Hoy toca hablar de otra forma musical clásica: el preludio. El nombre de por sí ya da pistas de cómo puede ser. Pero como siempre, las cosas no siempre son lo que parecen.
Los preludios son pequeñas piezas, casi siempre para piano y sin una estructura concreta. Por eso un preludio puede ser muy diferente el uno del otro.
Hacia el siglo XVII es cuando se empieza a tener constancia de los primeros preludios para teclado. Entonces aún no se había inventado el piano, por tanto hablamos del clave o clavicémbalo.
En un principio eran piezas cortas improvisadas o muy libres que se utilizaban para ‘calentar’ los dedos antes de afrontar la pieza siguiente, que siempre era de una complejidad y dificultad superior. De ahí el nombre de preludio, pues efectivamente siempre se tocaban justo antes de la composición importante.
Fue en el siglo XVIII cuando Johan Sebastian Bach publicó un libro llamado ‘El clave bien temperado’ que contenía 24 preludios y fugas compuestas en todas las tonalidades de la música occidental.
Cada composición por tanto consta de dos partes: el preludio, y a continuación la fuga. Aquí queda muy claro que el preludio es el aperitivo musical antes de llegar a la fuga, que es una composición mucho más compleja y difícil de tocar.
Esto no quiere decir que los preludios fueran composiciones de inferior calidad y belleza que las fugas. Aquí podeis escuchar uno de sus preludios más conocidos, seguido de la fuga. Os será muy fácil de diferenciar el uno de la otra.
Aquí podeis escuchar el mismo preludio con piano.
La intención de Bach con esta obra era básicamente pedagógica. En la portada de la primera edición deja bien claro: ‘… compuestos para la práctica y el provecho de los jóvenes músicos deseosos de aprender y para el entretenimiento de aquellos que ya conocen este arte’.
Y efectivamente, pasado el tiempo se ha convertido en una de las obras más influyentes de la música clásica.
Entrados en el siglo XIX el preludio experimenta un cambio importante y es que se empieza a tocar individualmente y por lo tanto ya no es el hermano pequeño de nadie. A los músicos del Romanticismo les iba muy bien una forma musical como el preludio, ya que al tener una estructura libre les permitía tocar sin estar demasiado pendientes de reglas y normas.
Chopin, un gran pianista que ya ha aparecido por aquí otras veces, escribió una buena colección de preludios, muchos de ellos bastante famosos.
Aquí tenéis uno.
Posteriormente, ya en el Impresionismo se pueden mencionar los preludios que compuso Debussy, algunos de los cuales poseen la particularidad de tener título, como por ejemplo este que se llama ‘La fille aux Cheveux de lin’
Rachmaninov, también un importante pianista, no se prodigó demasiado en escribir preludios. Hizo un par. Este es uno de ellos y también muy conocido.
Finalmente, ya bien entrados en el siglo XX encontramos los preludios y fugas de Shostakovich. He escogido el n. 11.
Shostakovich hizo 24, la misma cantidad que ‘El clave bien temperado’. Ya os he dicho que el libro ha traído mucha cola.
Incluso un compositor francés llamado Charles Gounod publicó en 1853 una obra llamada inicialmente ‘Méditation sur le Premier Preludio de Piano de S. Bach’, pero que ahora es conocida sencillamente como el Ave María de Bach / Gounod. ¿Y qué tiene que ver Bach en esto? Pues resulta que Gounod añadió una melodía y letra al preludio de Bach que habeis escuchado antes. Son las mismas notas tocadas exactamente igual, con una voz femenina añadida, que canta un Ave María en latín. Mejor que lo escucheis. Vale la pena.
Y si aún tenéis ganas de más música, aquí podeis escuchar los 24 preludios y fugas de Bach de ‘El clave bien temperado’ y los 24 preludios de Chopin.