La sinfonía del milagro

Joseph Haydn

Joseph Haydn

Entre otras muchas cosas se considera a Joseph Haydn el ‘padre de la sinfonía’. A lo largo de su vida compuso un total de 104. Nadie ha igualado esta cantidad. Mozart es el que más se acercó con 41 sinfonías. Pero bueno… la música tampoco es una competición, ¿verdad?.
También es cierto que en aquellos tiempos las sinfonías eran piezas más cortas y para orquestas más pequeñas. Hablamos de la época del Clasicismo, aproximadamente la segunda mitad del siglo XVIII. Junto con Mozart es uno de los compositores más importantes de este periodo.
Haydn paso la mayor parte de su vida en Austria, pero también pasó algún tiempo en Inglaterra, concretamente en Londres. De hecho algunas de las obras más célebres del artista fueron compuestas en Londres, como por ejemplo la sinfonía nº 96 conocida con el sobrenombre de ‘El milagro’.
Según se cuenta, durante el estreno de la sinfonía cayó una de las enormes lámparas de la sala donde se celebraba el concierto. Por suerte nadie resultó herido y lo que podría haber sido una desgracia se convirtió en un gran susto. Algunos de los asistentes empezaron a exclamar ‘milagro, milagro’ y el resto ya es historia, aunque no es el final de la historia.

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La escala cromática

En una entrada anterior os hablé del origen del nombre de las siete notas musicales. Todo parecía muy bonito hasta que al final mencioné una cosa llamada Sib (Si bemol).
¿Qué es esto del bemol?

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El Nocturno

 

En la música clásica existe tal cantidad de formas musicales que resulta muy fácil confundirse o simplemente no saber exactamente qué es cada una de ellas y en qué se diferencia de las demás.
Todos tenemos bastante claro lo que es un Vals o al menos sabemos reconocerlo al oirlo. La cosa ya se complica más por ejemplo con las oberturas y los preludios. ¿Son la misma cosa con distinto nombre? ¿Qué diferéncia hay entre un concierto y una simfonía?
Voy a tratar de poner un poco de luz sobre el tema iniciando una especie de ‘diccionario musical’. La primera definición será el nocturno.

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Jeff Healey : Reinventando la guitarra



Jeff Healey

Jeff Healey

Puede que sea algo exagerado decir que hay tantos modos de tocar la guitarra como guitarristas existen en el mundo. Pero lo cierto es que quien más quien menos todos tienen sus particularidades: los hay que tocan con púa, los hay que tocan sin ella y los hay que tocan con púa y con los dedos a la vez. Algunos cogen la púa con dos dedos, otros con tres. También hay quien de su mano izquierda utiliza únicamente tres dedos, otros cuatro y algunos incluso llegan a usar  el pulgar, mientras que la mayoría lo utilizan como punto de apoyo.
A pesar de todas estas diferencias se puede decir que básicamente todos tocan la guitarra del modo en que se supone que se debe tocar la guitarra. Sin embargo hay notables excepciones, guitarristas que de algún modo ‘reinventan’ la guitarra. Jeff Healey fue fue uno de estos guitarristas.

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Historia de unas notas

Todos hemos cantado o recitado alguna vez aquello del Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si. Es una de esas cosas que se aprenden cuando niño y que ya no se olvidan nunca.
Puede que no sepamos nada más sobre música pero al menos sabemos el nombre de las notas musicales.
Ya os podéis imaginar que estos nombres no están elegidos al azar. Hay una historia y un motivo que explican por que Re se dice Re y no Ta o Vu.

Como suele pasar en esta clase de historias debemos remontarnos a la época en que Euterpe corría por los bosques de Grecia. La cultura griega ha tenido una fuerte influencia en la cultura occidental y la música no es una excepción.
Los griegos no se complicaron la vida a la hora de buscar un nombre para las notas: utilizaron su propio alfabeto. De modo que la primera nota era la Α (alfa), la segunda la Β (beta), la tercera Γ (gamma) y así hasta llegar a quince letras, o sea quince notas, que son dos octavas.
Un niño de aquella época lo tendría un poco más complicado para cantar las notas. La cosa más o menos sería algo así…

 

Α, Β, Γ, Δ, Ε, Ζ, Η, Θ, Ι, Κ, Λ, Μ, Ν, Ξ, Ο

Ya se que me direis que nosotros tenemos sólo siete notas y os preguntareis dónde han ido a parar las restantes. La respuesta corta y sencilla es que nosotros ‘repetimos’ los nombres de tal modo que usamos el mismo nombre para diferentes sonidos. Es algo parecido a lo que pasa en los hogares donde padre e hijo se llaman Jorge. Los griegos llamarían ‘senior’ al padre y ‘junior’ al hijo. Nosotros decimos Jorge y por el contexto sabemos si nos referimos al padre o al hijo.
Si nuestro muchacho griego cantase las notas utilizando nuestro sistema diría…

La, Si, Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si, Do, Re, Mi, Fa, Sol, La

Fijaros que empieza cantando un La. La nota Α corresponde a nuestro La, la Β a nuestro Re, etc.
Que los griegos empezasen a contar las notas a partir de La y no de Do o de cualquier otra nota es por un motivo muy importante que de hecho es la base de casi toda la música que conocemos. Pero hoy no os voy a meter en este fregado, tan solo lo menciono para aclarar que todo esto es el resultado de un sistema matemático. Y los griegos sabían un montón de matemáticas.
El primero en hablar de todo esto o al menos que tengamos constancia escrita fue Aristóxeno de Tarento, un filósofo y teórico de la música del siglo IV aC.

Boecio

Como también suele pasar, después de los griegos llegan los romanos, en concreto otro filósofo llamado Anicius Manlius Severinus Boëthius. Nosotros lo conocemos por el nombre de Boecio.
Boecio, al igual que los griegos fue una persona mutidisciplinar. Escribió sobre teología, aritmética, geometría y evidentemente sobre música.
Fue él quien tradujo el nombre de las notas del alfabeto griego al abecedario latino. De modo que las notas pasaron a llamarse A, B, C, D…  También fue el que pasó de las famosas quince notas a las siete que tenemos ahora. A grandes rasgos lo resolvió jugando con las mayúsculas y las minúsculas.

A, B, C, D, E, F, G, a, b, c, d, e, f, g

Guido d'Arezzo

Esta notación se la conoce como notación boeciana y estuvo vigente hasta la Edad Media, momento en que aparece un monje italiano llamado Guido d’Arezzo.
Guido vivió alrededor del año 1000 e hizo importantes aportaciones a la música, entre otras fue el que puso el nombre que conocemos a las notas musicales.
En aquella época era bastante habitual cantar un himno dedicado a San Juan Bautista llamado Ut queant laxis.

 

Ut queant laxis,
Resonare fibbris,
Mira gestorum,
Famuli tuorum,
Solve polluti,
Labii reatum,
Sancte Ioannes.

Una característica curiosa de este canto era que la primera nota de cada verso era un grado superior a la primera nota del verso anterior. O sea que cada verso empezaba con la siguiente nota de la escala.
Guido se dio cuenta de ello y pensó en utilizar la primera sílaba de cada verso para nombrar la primera nota del verso correspondiente. Seguramente pensó que relacionando las notas con los versos sería más fácil de memorizar  que utilizando simplemente unas letras que no te dan ninguna referencia.

Por tanto:

La primera nota de ut queant laxis era la  C y él la nombró Ut.

La primera nota de resonare fibbris era la  D y él la cambió por Re.

La primera nota de mira gestorum era la  E y la sustituyó por  Mi.

La primera nota de famuli tuorum se llamaba F y él la rebautizó como Fa.

La primera nota de solve polluti era la G y Guido la cambió por Sol.

Finalmente, la primera nota de labii reatum era la A, que pasó a ser La.

En resumen:

C = Ut
D = Re
E = Mi
F = Fa
G = Sol
A = La

Esto ya resulta mucho más familiar, ¿verdad? Quedan por aclarar dos pequeñas cuestiones:
La primera es, ¿Qué ha pasado con el Si?
Pues para empezar que la primera nota del verso  sancte Ioannes no es un Si.  Pero a Guido esto no le preocupó porque las escalas que utilizaba por aquel entonces eran de seis notas y el pobre Si siempre se quedaba de suplente y sin jugar.
Fue más tarde, a finales del siglo XVI cuando el Si recuperó la ‘titularidad’ y entonces Anselmo de Flandes utilizó la s de sancte y la i de Ioannes para cambiar B por Si.

La segunda es que nosotros no decimos Ut sino Do y el responsable de esto es Giovanni Battista Doni.
Lo que pasó con Ut es que no resulta muy agradecido a la hora de cantarlo. Para la gente que aprende música y debe cantar las notas resulta más fácil cantar sílabas que acaban en vocal. Y fue Battista quien se decidió a cambiar Ut por Do, que realmente se canta mucho más fácil. Parece que escogió Do pensando en la palabra Domine (Señor),  aunque también hay quien piensa que lo hizo pensando en su propio apellido Doni.

Para acabar de liquidar el tema dejadme concretar algunas cosas para que todo quede en su sitio.

Actualmente no todos los países nombran las notas musicales del mismo modo. De hecho el ‘Do, Re, Mi…’ se impuso en los países con lenguas romances como es nuestro caso, también  Italia, Francia…

En Francia siguen llamando la primera nota Ut, aunque cantan Do igual que nosotros.

En los países anglosajones como Inglaterra o los Estados Unidos se quedaron con el nombre original de las notas: A, B, C, D, E, F, G

Los germánicos también se quedaron igual pero ellos cambiaron la B por H, y para acabar de liarla la B la siguen usando pero para referirse a Sib. Pero tranquilos, hoy lo dejamos aquí.

De modo que por fin tenemos todas las notas en su sitio y por su nombre. Seguro que cuando lo cantábamos de pequeños no nos imaginábamos un camino tan tortuoso, pero eso es lo que lo hace más interesante.

 

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Una extraña llamada

Normalmente tenemos tendencia a pensar que la música clásica y el rock son mundos independientes y sin puntos en contacto. Pero en realidad se encuentran e interactúan muy a menudo y cuando esto ocurre a veces se producen anécdotas curiosas. Ahora hablaremos de una de ellas.

Emerson, Lake & Palmer

Portada del primer disco de ELP

En el año 1970 un grupo de rock llamado ‘Emerson, Lake & Palmer’ (o simplemente ELP) editaron su primer disco, de título homónimo. Se trataba de un trío formado como ya os podéis imaginar por Keith Emerson (piano y sintetizador), Greg Lake (bajo y voz) y Carl Palmer (batería).  A Keith Emerson se le considera un pionero en el uso de los sintetizadores y se cuenta que fue el primero en llevarse uno en sus giras de conciertos. Estamos hablando de una época en que un sintetizador era tan grande como un armario…. Por lo que respecta al grupo, también es considerado como uno de los padres de lo que se ha denominado ‘rock progresivo’, pero no nos desviemos del tema o nos vamos a despistar.
El caso es que la primera canción de este disco está basada o inspirada en una obra para piano de Béla Bartók, un compositor clásico. Parece ser que Emerson estaba tocando el tema de Bartók con el piano cuando Lake lo escuchó y se le ocurrió una línea de bajo que podría añadir. Entonces le explicó su idea a Emerson y le sugirió que tocara el órgano en vez del piano. Lo probaron y les gustó tanto el resultado que decidieron grabarlo.
Después empezaron a pensar en el título que pondrían a la canción y Keith comentó que como sonaba muy ‘bárbaro’ la podrían titular ‘The barbarian’ (el bárbaro), que de paso suena un poco a ‘Bartók’.
El disco salió a la venta y tuvo bastante éxito, impulsando al grupo hacia la fama y la popularidad.

ELP – The barbarian
Emerson Lake & Palmer - The Barbarian

 

Pasado un tiempo de la publicación del disco Greg Lake recibió una llamada telefónica de una señora, que por la voz parecía bastante mayor…

– Oiga, llamo para hablar sobre este tema de su disco… «The barbarian» (dijo la señora)
– Ah, si! Dígame. (contestó Lake)
– Bien, de hecho esta música la compuso mi marido. Soy la señora Bartók y debo decir que nunca nos había pasado una cosa semejante!
– Caramba señora… no sabe cuanto lo siento. Tiene toda la razón: deberíamos haber pedido permiso y también ocuparnos del tema de los royalties.

A pesar del enojo inicial de la anciana parece que finalmente todo terminó de manera cordial. Cuando Lake colgó el teléfono aun estaba asombrado. Creía que Bartók llevaba 500 años muerto o algo así y recibir la llamada de su esposa fue tan chocante para él como si le hubiera llamado la señora Beethoven!

Esta anécdota también confirma la idea que tenemos muchos acerca de la música clásica al pensar en ella como la música que hacía gente con peluca y medias hace un montón de siglos.
Ciertamente la ‘clásica’ es una especie de cajón de sastre donde se ha ido colocando un montón de música, compositores, estilos y épocas diferentes, lo cual realmente propicia estas confusiones.

Bien, ahora que hemos hablado de los ELP quizás sería justo hablar un poco del resto de protagonistas:

La señora del teléfono era Ditta Pásztory, viuda de Béla Bartók y por tanto también conocida como Diita Bartók. Era pianista e interpretó algunas de las piezas de su marido. De hecho, Bartók fue su profesor de piano y así fue como se conocieron. Él ya estaba casado pero se divorció, se casó con Diita y ya no se separaron hasta la muerte de Béla en el año 1945. Ella vivió bastantes años más, concretamente hasta el año 1982. Por cierto, Keith Emerson nació en 1944 de modo que, aunque por los pelos se puede decir que ambos artistas son contemporáneos.

Béla Bartók

Béla Bartók

El marido de Diita, Béla Bartók fue un compositor húngaro nacido en 1881 y que como ya hemos explicado murió en 1945. Puede que no sea muy conocido por el público en general pero es un personaje muy interesante ya no solo por su música sino por ejemplo por su sistema de composición basado en la proporción áurea, o por sus estudios sobre la música popular, cosa que hizo que se le considere uno de los fundadores de la etnomusicología (que básicamente es el estudio de la música popular de los diferentes pueblos del mundo, pero dicho en una sola palabra). Seguro que Bartók vuelve a aparecer en este blog

Finalmente… la pieza para piano que tocaba Keith Emerson aquel día es el ‘Allegro Barbaro’, compuesto por Bartók en el año 1911. Cuando la estrenó provocó una cierta polémica entre los más puristas porque Bartók por primera vez utilizó el piano como un instrumento básicamente percusivo, por decirlo rápido y mal sería como si tocara el piano pensando en un tambor.
Mejor que lo escuchéis y además interpretado por el mismo compositor.

Béla Bartók – Allegro barbaro
Béla Bartók at the piano Allegro Barbaro
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Euterpes spiritus

Esta es la primera entrada de este blog, sed pues bienvenidos. Aquí empieza este pequeño proyecto personal sin más pretensión que hablar de música. De la música, de los músicos, del modo en que los músicos hacen música, de lo que les pasa a los músicos cuando hacen música de la manera en que hacen música… Bien, creo que ya lo habéis cogido.
El mundo de la música es en realidad un universo repleto de cosas e historias interesantes que irán apareciendo en este blog. No todas, por supuesto: pero ojalá que poco a poco la recopilación vaya creciendo y las podáis disfrutar.

Diosa EuterpeEuterpes spiritus parece un nombre bastante extraño para un lugar donde se pretende hablar de música. Pero ya no lo parecerá tanto si os explico que Euterpe es una musa, concretamente la musa de la música: protectora de este noble arte y fuente de inspiración de los artistas que lo practican.
Como suele pasar con las divinidades, incluso las más modestas, la historia de Euterpe es bastante extraordinaria:
Su padre era ni más ni menos que Zeus, dios supremo del Olimpo. Su madre por su parte era Mnemósine, la diosa de la memoria.
De todos es conocido que Zeus no era un marido muy fiel y siempre que podía engañaba a Hera, su esposa. De modo que cuando Zeus se encaprichó de Mnemósine era cuestión de tiempo que terminara por pasar ‘alguna cosa’.
Según cuentan, lo que ocurrió fue que Zeus visitó a su amante durante nueve noches seguidas y en cada ocasión engendró una hija. Total nueve hijas que la pobre Mnemósine dio a luz en un parto múltiple y que al nacer se convertirían en las musas.
Ya sabéis el nombre de una de las nueve: Euterpe. Sus hermanas eran Clío, Talía, Erato, Urania, Calíope, Polimnia, Melpómene y Terpsícore. Cada una protectora de una expresión artística. A Euterpe le tocó la música y por eso hoy hablamos de ella.
Quizás debería puntualizar que Euterpe es la musa de la música pero en particular lo es de la flauta. Posiblemente por aquel entonces, sin pianos ni guitarras eléctricas la flauta era un instrumento muy importante y representativo. A pesar de eso parece evidente que nunca ha dejado de lado ningún estilo ni instrumento si nos fijamos en toda la música que ha aparecido en el planeta desde entonces.
Si sois un poco traviesos seguro que me diréis que quizá hubiera hecho bien de dejar de lado algún estilo de música, pero a una hija de Zeus no creo que le puedas venir con muchas exigencias. Fijaros en lo que les pasó a las hijas del rey Píero. Eran unas muchachas que cantaban tan maravillosamente que osaron desafiar a las musas, convencidas de que podrían vencerlas. Pero no fue así, ya que ganaron las musas. De modo que Euterpe y sus hermanas castigaron la soberbia de estas jóvenes convirtiéndolas en urracas, unos pájaros que no tienen precisamente una voz muy agradable. Parece que a veces el genio de su padre afloraba en el carácter de las musas y que no siempre eran seres sensibles y bondadosos.
Afortunadamente estos episodios de mal genio no eran muy frecuentes y la mayoría del tiempo Euterpe se dedicó intensamente a fomentar la música y a ofrecer la inspiración a todo aquel que ha querido expresar sus sentimientos utilizando melodías, ritmos y armonías. Incluso hoy, cuando los dioses del Olimpo han pasado a ser un mero cuento de niños y una curiosidad del pasado, aun llamamos musa a aquella persona que por el motivo que sea es capaz de inspirar la obra de un artista. Y cada vez que visitamos algún museo estamos honrando su memoria, ya que literalmente un museo es un lugar dedicado a las musas, donde se deposita el arte y el conocimiento.
De modo que después de todo quizás el aliento de Euterpe está mucho más próximo a nosotros de lo que podríamos creer. Escondido en el corazón de los que hacen música y de los que la disfrutan. De ser así creo que al menos una parte del mito es cierta: Euterpe es inmortal.

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